Las autoridades japonesas anunciaron una más estricta veda pesquera en toda la región marítima de Fukushima, tras que un equipo de control nuclear detectó pescado con más de 2.500 veces el límite máximo de radioactividad legal aceptada en el país.
La captura –de la familia de las escorpinas- se produjo en una bahía cercana a la central afectada por el tsunami de 2011, en la costa noreste del país, en aguas del océano Pacífico. El pescado contenía unos 254.000 bequerelios de cesio radioactivo por quilogramo, cuando el máximo legal para productos alimenticios procedentes del mar es de 100 bequerelios.
La empresa eléctrica Tepco, responsable de la planta ha sido conminada a reforzar la instalación de redes alrededor de la bahía donde se encuentra la planta afectada por el terremoto, para evitar nuevos contactos de fauna marina con los focos radioactivos.
Expertos estadounidenses han estudiado sobre fines del año pasado la relación entre radioactividad y pesca, descubriendo que hasta el 40% de las capturas están por encima de los niveles máximos que autorizan las leyes japonesas.
Los técnicos del Instituto Oceanográfico de Massachusetts, presentaron un informe que publica la revista Science, donde afirman que la persistencia en los grados de contaminación radioactiva pueden estar proviniendo de fugas aún no controladas o de sedimentos marinos contaminados, o bien de ambos.
“No es suficiente estudiar los peces para predecir como evolucionarán los niveles de contaminación: necesitamos entender mejor las fuentes que siguen manteniendo estos niveles de radioactividad en el océano frente a Fukushima”, explicó el químico Ken Buesseler, que dirigió el trabajo.
Remarcó que “el cesio desaparece de los músculos rápidamente, cuando se frena la exposición. Por tanto cuando los peces migran deberían perder gradualmente el cesio que adquieren cerca de Fukushima. El hecho que muchos peces aparezcan tan contaminados con cesio como lo estaban hace un año, implica que se sigue liberando cesio en su cadena alimentaria”.